“Sed santos porque yo soy santo”, dice el Señor.
Parece sencillo obedecer este mandamiento cuando todo viene rodado, pero….¿cuándo las cosas marchan mal? ¿cuándo crecen los problemas, enemigos, oposición o pruebas?; en esas circunstancias, ¿es fácil vivir en santidad?
Pedro dirije esta carta a hermanos judíos expatriados y desperdigados (v.1), que por creer en Jesús tuvieron que dejar sus hogares en Judea para instalarse en Asia Menor (actual Turquía).
Les recuerda que el mismo Dios (Padre, Espíritu e Hijo actuando) en el pasado los escogió (V.2), para el futura tiene reservada herencia celestial (V.4), y en el presente les guarda en medio de la prueba. Todo ello gracias al poder de la fe, la fe salvadora en Cristo.
Esta visión de la obra de Dios trino pasada, presente y futura, nos da ánimo para superar las pruebas con sobresaliente, es decir sin caer en pecado sino madurando en santidad por la obra purificadora del Espíritu (V.22); y así amarnos con amor fraternal no fingido, entrañable y puro. Como corresponde a hijos santos del Dios Santo, Santo, Santo.
D.C.M.